23 diciembre, 2012

ONESHOT - Un Día Especial


El primer ONESHOT de Almas Silenciosas aparece con este espcial navideño. Feliz Navidad, que la pasen muy bonito con todos sus seres queridos. Un abrazo a todos.
 La letra de la musica es de G-Dragon, integrante del grupo coreano BIGBANG, en su album en solitario ONE OF A KIND, la canción se llama WITHOUT YOU
Resumen: Tatsuya Inao, solo en su habitación, con su musica y con la oscuridad de la noche, recuerda un día especial en su vida, cuando era niño y su querido amigo estuvo con él. Un día especial en Navidad.

  Tambien pueden leer online y comentar esta historia en AMORYAOI

UN DÍA ESPECIAL


Apagó el televisor después de cambiar de canal en canal debido al aburrimiento. Soltó un suspiro repleto de cansancio y aburrimiento poniendo su brazo derecho sobre su rostro. Sin pensarlo mucho, se levantó directo hacia su habitación, no obstante, antes de entrar, se quedó observando la habitación donde Soun Katoo dormía plácidamente. 

No supo en su momento, como no lo entendía ahora, si el haberle conocido era buena o mala suerte. Ese hombre se había aparecido después de una paliza de parte de su padre que casi lo termina matando. Katoo había cuidado de él desde ese momento. Le debía tanto pero hasta el día actual no sabía cómo pagarle.


El amor es doloroso, todo el amor es doloroso
Lo repito como un tonto, eso es lo que siempre hago


Con un nuevo suspiro, se adentró a su oscura habitación. Puso el estéreo, y la primera estación que sintonizó fue donde le dejó sonando en un bajo volumen para no despertar a Katoo. Durante unos minutos se perdió en la oscura vista de la noche que la ventana junto a su cama le brindaba mientras se recargaba en la cabecera de su cama, recargó sus brazos sobre sus rodillas y posteriormente su cabeza entre ellas.

En ese instante, la dulce música que empezó a sonar le hizo palpitar el corazón. Volteó su rostro hacia el estéreo que en ese momento dejaba escuchar la voz del vocalista.


Como si fuera una película, las imágenes alegres que había tenido desde su niñez, comenzaron a aparecer, aunque solo unas cuantas y era cuando ese niño apareció en su vida. Sonrió, suave y casi imperceptible.


Al final, ¿Cuántos años habrán pasado?
No hay tal cosa como un “para siempre”
Al final, ¿nunca hubiéramos podido ser?
Otra vez estoy solo


 Recordó un día en especial, había sido mágico y alegre, repleto de alegrías pero también no podía olvidar que fue la primera y única navidad que había pasado con ese chico, ahora seguro estaba era un hombre.


RECUERDOS

Habían pasado minutos desde que esperara en la entrada del parque de atracciones, constantemente miraba el reloj colocado sobre la enorme puerta blanca del lugar que en esos días navideños se hallaba adornado de diversos decorativos de dicha temporada. La nieve sobre el suelo, blanca y hermosa, fría como los días en su hogar, pero que llenaban de suaves y amorosos recuerdos a las personas. El día anterior, su amigo, el único que tenía, le había dicho que le invitaba al parque, él asintió alegre y le mencionó que sin falta estaría esperándolo, realizaron los planes, fijaron la hora de entrada y salida para que él no tuviera problemas en casa. Ese mismo día le rogó a su nani que le dejara asistir y después de molestarle todo el día, ella se convenció. Le ayudó a salir, le dijo que le esperaría a una cuadra de casa para que no sospecharan que había salido.

—¡Tatsuya!— escuchó que le llamaban, en la lejanía aparecía un niño de negros y cortos cabellos con la vista de un azul como el color del mar. —¡Por aquí Tatsuya!—, siguió gritando mientras se acercaba con sus padres.

—¡Ian! —, gritó el castaño con una enorme sonrisa no solo en sus labios, sino también en su mirada. Se aventuró presuroso a alcanzarle con todo lo que sus pequeñas piernas le permitían, —llegaste—, dijo con entusiasmo de que su esperanza se cumpliera ese día 24 de diciembre.

—Claro que iba a venir, no te voy a dejar solo este día, —le respondió de inmediato con el seño fruncido pues para Ian el que los familiares dejaran solo a un niño como Tatsuya era imperdonable, él no estaba dispuesto a hacerlo, pensaba cumplir su promesa auto impuesta.

—Niños, ¿qué les parece si entramos? —mencionó suavemente la madre de Ian, ambos niños asintieron con ferocidad debido a la adrenalina que recorría sus cuerpos. Ambos se sostuvieron de la mano, como dos hermanos y niños tan inocentes hacen para no perderse.

Los adultos sonrientes de verles tan felices, sobre todo a su hijo Ian Kotetsu que disfrutaba de la compañía de su pequeño amigo Tatsuya Inao. Se dirigieron a la taquilla para después dirigirse al interior del parque que los recibía con luces blancas. Tatsuya volteaba curioso para todas direcciones posibles, a decir verdad, a pesar de su corta edad, nunca había entrado a un parque de diversiones y era una novedad para él.

Lo primero que hicieron fue dirigirse hacia los autos chocones que mostraba una corta fila. Mostraron sus pulseras y se dirigieron a un carro color azul marino donde ambos subieron con Ian como conductor. Rieron a carcajadas con tanto golpe de las otras personas que disfrutaban al igual que ellos durante el tiempo que duró la atracción.

—¿Ahora donde vamos? —pregunto sonriente Ian mientras volvía a tomar la mano de Tatsuya. El castaño señaló de inmediato la casa del terror así que sin pensarlo y junto a sus padres que decidieron esperar en la entrada y salida de cada juego, se dirigieron a dicho lugar.

Dentro de la casa del terror, ambos gritaron, corrieron y hasta le salieron lágrimas a Tatsuya puesto que nunca había estado en un juego de ese tipo. Ian al verle tan asustado decidió a abrazarle y susurrarle constantemente que nada era real, que solo era gente disfrazada. Una vez en la salida, Ian no pudo evitar volver a preguntarle. —¿De verdad estás bien? —Tatsuya que se limpiaba sus ojos con su pequeño puño asintió, —Perdón, no pensé que te asustaría— dijo Ian arrepentido de haber entrado.

Tatsuya negó rápido con el movimiento de su cabeza, —no, no, solo que nunca había entrado, me emocione solo eso —, mencionó para excusarse, volteó a todos lados para encontrarse con los caballos mecánicos que le hizo sonreír, —quiero ir a ese juego— señaló cambiando las lagrimas por un rostro marcado por las mejillas sonrojadas, la mirada brillosa y una enorme sonrisa.

Ian sonrió más tranquilo aunque no pudo evitar que una dulce ternura creciera dentro de su corazón, aún no entendía la razón pero estaba seguro de que no permitiría más daño a este niño que sonriente se mostraba delante de él.

—Vamos—, con esa pequeña palabra, Ian sostuvo su mano, volteó a ver a sus padres para señalarles el lugar a dirigirse y se encaminaron a los caballos mecánicos. Cuando ambos se subieron, Tatsuya sintió el subir y bajar de su asiento escogido. Reía, como en casa nunca lo había hecho. Se divertía con alguien, ese alguien que en casa solo podía encontrar en su Nani pero que solo era para que le consolara. Un día de navidad con su amigo, porque ni en casa ni en otro lugar había encontrado a uno que le brindara la alegría que no conocía. Ian mirando desde su lado izquierdo toda esa alegría que desbordaba. Por primera vez, desde que le conoció, podía ver esa sincera sonrisa salir de sus delgados y pequeños labios.

—Tengo una idea, vamos a tomarnos fotos de calcomanías para ambos, —dijo Ian una vez bajaron del juego y estuvieron con los adultos. Volvió a tomar su mano y juntos los 4 fueron a buscar la máquina fotográfica. 

Al hallarla, Ian pidió dinero y se adentraron en el estrecho lugar para las fotografías. Poniendo el dinero dentro de la hendidura, Tatsuya eligió diversos fondos mientras iban apareciendo flashes de la cámara. Al salir, las tomaron, se rieron de los gestos graciosos de ambos y se repartieron las calcomanías para guardarlas y de nuevo dirigirse a diversos juegos del parque.

Cuando el día estaba por terminar, se subieron a la rueda de la fortuna y en las alturas admiraron la belleza de Osaka en el atardecer del día. Tatsuya pegado a la ventanilla de la pequeña cabina. Ian observando desde el otro lado, sentado y recargado.

—Gracias por traerme este día, ha sido muy divertido, lo recordaré por siempre —, le mencionó con verdadero sentimiento Tatsuya, en su rostro la más dulce sonrisa que, estaba seguro, nunca se le olvidaría. 

—No tienes que agradecer, lo hice porque te quiero mucho, —respondió Ian que con la inocencia de un niño, no pensó, solo actuó. Se acercó, le sostuvo el rostro y plantó un dulce beso en la mejilla del castaño que de inmediato se sonrojó, —nunca olvides que te quiero y que no permitiré que te vuelvan a hacer daño, porque eres alguien importante para mí—, le confesó aún con su rostro entre sus manos, inclinados ambos frente a frente. 

Tatsuya no lo pensó, entregó su corazón inocente de niño, le entregó una nueva sonrisa y se lanzó en un abrazo profundo con Ian. Le entregó su amor, aquel que le latía de su corazón, aquel que provocó la sensación de miles de mariposas en su estomago, aquel que hizo que un salto saliera de él.

Así, abrazados como si fueran hermanos, pero siendo amigos muy queridos, ambos decidieron observar el atardecer que poco a poco se fue convirtiendo en la noche más bonita de navidad para ambos, solos y disfrutando del cálido ambiente dentro de la cabina de la rueda de la fortuna.

Yo no sabía nada de mí,
Pensé que podía vivir bien sin ti,
Mañana será un día diferente,
Han sido uno, dos, años

Había pasado el día más increíble con la compañía de su querido amigo Ian Kotetsu y sus padres. Tenía calcomanías para recordarlo y un bello recuerdo de la rueda de la fortuna. Una vez le hubieron dejado en la esquina, su nani le llevó a casa oculto en una larga sabana al tiempo que le cargaba para aparentar. 

Esa vez no lo descubrieron puesto que todos se habían ido con la familia dejándolo de lado como en otras ocasiones, pero ese día no lo afectó como los anteriores años, esta vez había estado con una persona que le quería y que le había prometido seguridad y amor. Le agradeció a su nani, le dio un abrazo y un beso para después cambiarse y acostarse con una sonrisa en el rostro.

Mañana será un día diferente,
Han sido uno, dos, años
Por muchas dificultades de aquellos días,
mi persistencia crece
Ruego que las cosas cambien a medida de que pase el tiempo
Para ti cariño.

No obstante, el destino caprichoso le dio a esa bella amistad una dura prueba, 2 meses después, Ian Kotetsu le dejaba llorando sobre esa misma cama donde había dormido en navidad con tantas esperanzas hechas por su corazón. Ese día que siempre recordaría como el más especial en toda su vida.


PRESENTE


Ahora, tantos años después, su tutela era de Katoo, aquel hombre que le devolvió las esperanzas pero que aún no conseguía pensar la forma de agradecer, Soun Katoo, aquel que veía ahora como un hermano mayor. Se levantó, dirigió sus pasos al escritorio, tomó un pequeño libro negro dentro del cajón y de él, dichas calcomanías sacadas ese día especial ante su mirada.

Mi corazón está igual que la primera vez, pero
Ahora está lleno de cicatrices por tu culpa
Seguimos cambiando
Tu fría voz, me vuelve frío también

—Se que no fue culpa tuya pero… —se interrumpió unos momentos, solo para seguir observando a aquel niño sonriente de aspecto travieso que era en aquel entonces Ian Kotetsu, —no puedo entender que me dejaras—, susurró con tristeza pero con la misma inocente sonrisa con la que aparecía en las calcomanías ese día.

—Te extraño…


ESTADOS UNIDOS


—Te extraño…

Susurró viendo aquellas calcomanías de ese día especial en el parque de atracciones. Acarició la imagen de Tatsuya Inao, su pequeño que ahora seguro era todo un hombre, hermoso seguramente como en aquel entonces, como cuando sus padres le habían obligado a dejarle dejando a su pequeño desprotegido.

Hemos crecido tan alejados como para cambiar las cosas y volver atrás,
Para quedarse uno cerca del otro sin ningún sentimiento

—Aunque a pasado tiempo, te sigo queriendo, incluso más que en ese entonces, —suspiró dirigiendo sus pasos al cuarto de baño y dejando las calcomanías en su tocador. En el cuarto de baño se observó en el espejo, el rostro de un joven de 19 años se reflejó, con sus cabellos negros y cortes de diversos tamaños en ella. Su brillante y determinada mirada azul como el color del océano, ahora madura por el tiempo.

—Iré por ti Tatsuya. Ahora si puedo regresar a protegerte como debí hacerlo desde el principio. —se dijo a sí mismo, determinado ahora a cumplir la promesa que debido a circunstancias había tenido que romper. Era el momento de que Ian Kotetsu regresara a Japón.


Historia anexa de Almas Silenciosas y su continuación es dentro de la misma historia de AS

SERENITY_MOON01

0 comentarios:

Publicar un comentario

Followers

Search